El colosal árbol de tamarindo

  El tamarindo había estado ahí desde siempre. Para mí «siempre» es desde que mi abuela era joven. Nos gustaba mucho porque daba buena sombra, sobre todo bienvenida en los calurosos días de verano en el norte. A veces, los recogíamos para que los hicieran agua. Otras veces nos los comíamos como golosinas, haciendo concursosSigue leyendo «El colosal árbol de tamarindo»